martes, 26 de julio de 2011

LA INCANSABLE ORIANA FALLACI

ANTES DE SER PERIODISTA, FUE UNA ACTIVISTA POLÍTICA QUE NUNCA DEJÓ DE LUCHAR CONTRA EL PODER. 

 Como tierna, explosiva y romántica, se la puede definir a la legendaria periodista Oriana Fallaci, quien desde muy pequeña se enfrentó a brazo torcido contra la brutalidad de  algunos regímenes  fascista  en Europa para  defender la libertad de la persona humana. Y es así, que, a los 17 años, pasa  de  las calles y las plazas a las salas de redacción para continuar con ese activismo político a través de sus reportajes, sus controvertidas entrevistas  y sus columnas de opinión.


Desde  esa tribuna, con una  postura liberal, denunció la irracionalidad de algunos dictadores  que sometían de manera arbitraria  con armas y tanques a millones de hombres y mujeres en todo el planeta. Pero, sobre todo,  lo que condenó con más fuerza  fue la pasividad y el silencio  de algunos pueblos que  agachaban la cabeza  con estoicismo ante la barbarie del poder por los que los consideraba “muertos en vida”. De ahí que siempre decía: "confío en que seas un persona como siempre lo he soñado, dulce con los débiles, feroz con los prepotentes, generoso con quien te quiere y  despiadado con quien te manda."

Martillo de hierro – como la conocían a la Fallaci por su estilo de entrevistar – nació el 29 de junio de 1929 en una casa de Florencia en el norte de Italia, bajo la mirada de una familia sencilla de dos personas que estaban allí para no perderla de vista, para decirle, mientras crecía, que no tuviera miedo a nada, que no le temiera al gobierno totalitario de Mussolini, ni que se sometiera a él, si fuese violentada  enérgicamente.


"confío en que seas un persona como siempre lo he soñado, dulce con los débiles, feroz con los prepotentes, generoso con quien te quiere y  despiadado con quien te manda."
Fue la mayor de tres hermanas. Su padre era un activo antifascista, que sin duda influyó en las ideas de la jovencísima Oriana quien, todavía adolescente, participó durante  la II Guerra Mundial en la Resistencia: "Justicia y Libertad" contra la ocupación nazi en su Toscana natal, en Florencia.

Por su coraje y su valentía durante la guerra,  recibió a los 14 años un reconocimiento de honor por parte del Ejército Italiano y una pequeña indemnización económica que aceptó para comprar zapatos a sus hermanas.

Poco después, estudio medicina en la Universidad de Florencia a base de becas, pero nunca terminó la carrera porque comprendió –dentro de sí – que sólo mediante el periodismo  podía ser útil  para mejorar en cierta medida la sociedad. “Por mal que vaya el mundo pondré una piedrecita para componer un gran mosaico. Para eso, daré información útil  a fin de hacer pensar a la gente”, decía siempre la infatigable Oriana.

Durante su extensa carrera como corresponsal de guerra, entrevistó a numerosos líderes políticos de la mitad del siglo XX, de cuyas decisiones dependía el futuro de la humanidad, a quines a través de un magnetófono logró  inmortalizar  sus defectos, sus ambiciones y sus ideologías – hecho que hasta ese momento en la historia nadie había logrado –.  “Quienes determinan  nuestros destinos no son mejores que nosotros, no son más inteligentes, ni más iluminados que nosotros. En todo caso, son más emprendedores y más ambiciosos”, cuenta la mujer de prensa en su libro: “Entrevistas con la Historia”, donde admite que con estas interpelaciones intentó comprender el poder.

De entre esos escritos, destaca el secretario de Estados Unidos, Henry Kissinger, quien admitió, cuando salió publicado el texto, que “el peor error que cometió en su vida fue haberle dado una entrevista a Oriana Fallaci”. Además, otras personalidades que se sometieron a las preguntas inesperadas que salían disparadas de la boca de la periodista como si fuesen dardos venenosas fueron: el Sha de Persia, el ayatolá Jomeini, Willy Brandt,  Muammar Gaddafi, Yaser Arafat, Indira Gandhi, Alexandros Panagoulis, Golda Meir, Mao Tse Tung, entre otros.
"Por mal que vaya el mundo pondré una piedrecita para componer un gran mosaico. Para eso, daré información útil  a fin de hacer pensar a la gente"
Lo cierto es que la Fallaci durante su trayectoria profesional buscó entender  “el poder” que odiaba de sobremanera debido a que millones de personas morían en el planeta por poseerla. Aunque no lo consiguió, por lo que decía: “no comprendo el poder porque es un fenómeno inhumano y odioso. 

Y, sería a raíz de ese “poder” que tanto condenaba,  que  su compañero Alejandro Panagulis, miembro de la resistencia griega,  perdiera la vida al protestar contra el régimen  autoritario de ese entonces en Atenas. Por tal motivo, emplazaba a las personas a luchar cueste lo que cueste por la libertad  y a buscarla, – a pesar de que sabía que era un sueño  utópico –, tal como lo hizo Alekos.

Y, por eso, Oriana pide a los hombres y mujeres que debemos ser tercos, exasperantes e indelebles frente “al poder” día tras día como si fuésemos ese  No que vio una tarde de verano de 1973, escritas en los troncos de los árboles en el Peloponeso, durante la ocupación nazi-fascista. “Cuando lo intentaban borrar con capas de cal”, dice que ese No aparecía, casi por sortilegio, producto de la lluvia y el sol, sin desteñirse. Y esa palabra que no fue borrado por más de 30 años, es – según – ella, el más  bello monumento a la dignidad humana.

La también “atea – cristiana” fue una ácida crítica de la religión Católica cuyos dogmas, para ella, eran  inverosímiles y metafísicos, por lo que  explicaba irónicamente  que  “el paraíso terrenal no se acabó el día en que Adán y Eva fueron expulsados por Dios de allí, sino cuando apareció  la existencia de un amo que les prohibía comer manzanas o comer carne los viernes”.

Tras una lucha intensa contra el cáncer, Oriana Fallaci – después de una vida agitada como periodista y activista política – murió el 15 de septiembre del  2006 en Florencia, Italia. Sin embargo, horas antes de su partida fue confesada por el  papa Benedicto XVI, pese a su ateísmo.  
“Cuando lo intentaban borrar con capas de cal”, dice que ese No aparecía, casi por sortilegio, producto de la lluvia y el sol, sin desteñirse. Y esa palabra que no fue borrado por más de 30 años, es – según – ella, el más  bello monumento a la dignidad humana.

De este modo, dejó para la posteridad  sus libros como “Carta a un Niño que no llegó a nacer”,  “La Rabia y el Orgullo”, “Entrevistas con la Historia” entre otros, pero sobre todo un pedido - en especial – que reza: “Confío en que seas un hombre como siempre lo he soñado, dulce con los débiles, feroz con los prepotentes, generoso con quien te quiere y  despiadado con quien te manda”.

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